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Mi Capricho

AU PIED DE FOUET (París)

Nombre: Au Pied de Fouet

Dirección: 45 Rue de Babylone – 75.007 Paris

Teléfono: +33 147.051.227

Web: www.aupieddefouet.com

Día: 7 de mayo de 2011

Motivo: Preparación pre-borrachera.

Número de Personas: 3

Capacidad: 30

Servicio: 5,90 Comida: 6,00 Nota media: 5,95

Precio Total: 126,60 € IVA INC Por Persona: 42,20 €

Comentario: la verdad es que no es el mejor restaurante en el que he estado, pero pese a todo merece la pena visitarlo… la gracia esta en el ambiente, por que el resto es más o menos discutible.

La historia empieza con la idea de irnos de fiesta (¡otra vez!) por parte de Pedro Esteban, uno de los grandes en cuestiones de fiestas y eventos varios, el Ballesteros de la juerga, que hace mención de cierto garito de su barrio, garito que en le argot de los franceses se llama bistrot, que tiene ganas de probar.

El bistrot en cuestión esta en uno de los barrios pijos de París, por lo que aparcar es imposible, y el precio aumenta proporcionalmente. Esa es la primera en la frente, eso si, hay metro a 200 m. Estamos salvados.

El local tiene una fachada pequeña, en plan antiguo (años 40 en el mejor de los casos), con una barra a la izquierda donde te atiende una elegante pero seca señorita, a mano derecha 3 mesas, y las escaleras que te permiten acceder al piso de arriba en el cual podemos decir que las mesas están apelotonadas. El servicio fuera, en el patio trasero. Podemos decir que el ambiente es agradable en cuanto a luz, temperatura, colorido y ruido… importante, esta limpio.

Lo primero (detalle positivo) es que nos sirve un aperitivo (un kir) mientras nos preparan la mesa, de hecho, tenemos que esperar por que uno de los catadores oficiales se retrasa y se niegan a darnos una mesa.

Una de las particularidades es que no reservan, la comida se sirve a toda leche, y te echan a toda leche en el momento que dejas de consumir… siempre hay cola, y por lo tanto, se lo pueden permitir.

Nos meten en una mesa para 8, ya empezamos, cuando nos damos cuenta nos encontramos con dos californianos que son empotrados contra nosotros, y luego a
nada, tres germánicos. Así que mesa intercultural. Fue una de las cosas buenas
de la noche, la chachara en el comida, y las risas varias cuando intentan que
los yanquis se gasten la pasta (nada de compartir) y luego echar a los alemanes.

En cuanto al servicio, lo mejor que se puede decir es que es peculiar, razonablemente amable, políglota, muy rápido, pero con unas prisas para que dejes la mesa libre a mi vista inaceptables… por cada comensal lo ganan, me parece bien lo de la rotación, pero todo tiene un límite.

La comida: pate y ensaladas de primero, un plato principal y postres. Un clásico. El pate era el típico pate de “campagne” que dicen los franceses, rico, sabroso, un poco seco, pero de cantidad razonable (unos 125 gr). La ensalada de patatas era simple hasta no poder decir más, pero tenía aspecto de fresca y estar buena (no quedó nada en el plato): Mi ensalada de mollejas… eran mollejas confitadas, y estaban rodeados de lechuga ligeramente aliñada. Pues mire ud., las he probado mejores, estaba rico, pero de ensalada de mollejas poco.

En cuanto a los principales, dos de confit… con puré de patata (mi madre que herejes) y una de merluza. El confit estaba seco (por lo menos mi pieza), el puré bien aunque la tradición marca patatas fritas en grasa de oca; hay que decir que una vez terminé el plato estaba razonablemente seguro de sobrevivir a la noche, grasa no le faltaba. La merluza sorprendentemente rica según Pedro, tenía aspecto de fresa y estar al punto de cocción perfecto.

Los postres, una montaña de queso para el niño, y dos “panacotas” con salsa de frambuesa. Las “panacotas” que es un postre muy en boga en Francia, debían estar ricas por que los recipientes quedaron sorprendentemente limpios. Los quesos ricos, abundantes, pero con una presentación deplorable, los habían tirado en el plato literalmente.

El vino, dos botellitas de la D.O Côtes de Blaye, cuya marca no recuerdo, y que
eran correctitas, mejores que el borgoña y el burdeos que pidieron los otros grupos. Tenían cuerpo, cierta acidez, y un tono a madera en el fondo.

Café y copa… cuando vi mi precioso armagnac en una copa de vino corriente casí me da un soponcio cerebral, pero que le vamos a hacer.

Conclusión: Ambiente divertido si te adaptas, sartenazo si te pides más vino del recomendable, y si pides “digestivos” (si no se quedaría en unos 28 €/cabeza); comida… bueno, bien, pues eso; y un servicio peculiar.

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