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Mi Capricho

Restaurante BOGA-BOGA (S. Vicente de la Barquera)

Restaurante BOGA-BOGA (S. Vicente de la Barquera)

Nombre: Restaurante Boga-Boga

Dirección: Plaza de José Antonio, 9 – 39540 S. Vicente de la Barquera

Teléfono: +34 942710150    

Web: www.restaurantebogaboga.es           

Día: 9 de octubre 2015

Motivo: reunión de amiguetes.

Número de Personas: 2

Capacidad: 80 personas

Servicio: 7,50 Comida: 6,00 Nota media: 6.75

Precio Total: 89,90 € IVA INC Por Persona: 44,95 €

Comentario: después de dos años de vacaciones como escritor de best-sellers de alta alcurnia gastronómica, que no de buen comer, vuelvo…

Bien, ésta vez nos vamos uno de mis fieles escuderos (Nacho) y yo a San Vicente de la Barquera, pueblo marinero y de bien, conocido por ser la cuna de ese gran artista de renombre, Bustamante, su espectacular estuario y monumentos como el Castillo o la iglesia de  Santa María de los Ángeles.

Para empezar, poder poner Avenida del Generalísimo en el Tom-Tom no tiene precio! Segundo aparcar en la Plaza de José Antonio… cosa que tiene mérito porque faltan plazas donde dejar un vehículo, es otro puntazo! Lo dicho, aparcar es infernal si no se tiene mucha suerte, pero es divertido ver la cara de algunos cuando se dan cuenta de los nombres es impagable.

Este restaurante es un clásico, conocido sobre todo por su marmita de bogavante, y está en pleno centro, en los soportales. Dispone de una terracita, que para el verano está muy bien (si exceptuamos que da a la calle principal, y que pasan todos los coches del mundo por ahí. Nosotros optamos por dentro. Entras en el bar, y luego está la sala propiamente dicha (no apta para claustrofóbicos por no disponer de una sola ventana, tragaluz o similar). La decoración es marinera, de hecho, da sensación de estar en el interior de un velero. Limpio, ordenado, clásico, muy iluminado y calidad (la mantelería de tela). Las mesas a veces un poco juntas, y se nota cuando un bebé se pone a reclamar su parte alícuota de comida… Las conversaciones no se notan más que como un murmullo.

El servicio, bueno, de los mejores que recuerdo últimamente, atentos sin ser pesados, amables y cuando hizo falta dieron explicaciones. Nos tocó el novato, que era hijo del metre seguro (mi compañero le aturulló con par de preguntas, y el chaval se espabiló en mandarnos al profesional, muy divertido).

Primero… tomate de la huerta, con aceite de oliva y un pelín de sal gorda. Sugerencia de la casa. La verdad es que más simple es difícil, pero muy logrado porque nos productos son muy buenos, sobre todo el aceite, de ese “toma pan y moja”. Luego unas almejas a la marinera en sartén (ná de presentaciones raras, en la sartén). Almejas de verdad. Sabrosas, llenas de sabor y hechas justo en su punto, cosa que tiene su cierta complicación, porque echarlas a perder es muy fácil. La verdad es que necesitamos más pan.

Segundos… Una lubina, y una ración de rodaballo. La lubina sólo se puede definir como estupenda, muy fresca, hecha a la perfección al horno  con una nuez de puré. La verdad es que comer pescado de está calidad y tan bien hecho hace cogerle afición a los frutos de la mar. La pega, que si no esto parece un anuncio… si ponen un plato más pequeño como directamente sobre el mantel, la presentación queda muy bien, pero cuando te tienes que pegar con el pescado es un asco.

Y ahora viene la catástrofe, herejía, motivo de escarnio y fusilamiento al amanecer… el rodaballo. Qué parte de “el rodaballo no se lonchea” no hemos entendido? Dios que desgracia, se me pusieron los ojos como platos, de hecho pesé en mi inocencia que se habían equivocado de plato. Y Nacho casi tiene un derrame cerebral, que era su plato. El pescado en si estaba fresco (aunque podría haber sido congelado, si fuese otro garito), de buen sabor, textura. Pero claro, si lo loncheas, no puedes hacer correctamente la grasa, que es la gracia de este pescado en particular, con lo que una cosa potencialmente sublime (como la lubina) se va al traste.

En ese momento, mi muy triste/cabreado/alucinado compañero llama al jovenzuelo, se lo explica (la cara del camarero no tenía precio), y mientras sigue comiendo ruta (del verbo rutar), y va desperdiciando el 40% del plato. Y aparece el profesional, con un rodaballo como Dios manda (bien, bien para 3 o 4 personas), partido por la mitad (para lonchearlo) y nos explica que al pedir una ración lo tienen que preparar así. A lo cual, le decimos que es un problema de información/venta al público… si nos dice que ese bicho está disponible, nos lo hubiésemos pedido entero, y entonces sí, sí que estaría bien hecho, al horno!. Aquí se demuestra el buen servicio y buen hacer.

Para bajarnos todo, nos decantamos por un Marqués de Riscal blanco (verdejo) de 2014… pálido, limpio y brillante. Muy fresco y directo, persistente al final. Un buen ejemplo de verdejo, técnicamente bien hecho por gente que sabe de qué va esto.

Para terminar postres  Gintonic de Martin Millers… cargadetes, e invitados por la casa. La verdad es que lo suyo hubiese sido invitar el plato de rodaballo y cobrarnos las copas, pero bueno, tampoco le voy a buscar las vueltas.

Conclusión: restaurante tradicional, de comida tradicional, con muy buen servicio, buen producto, donde comer pescado y marisco es una delicia (cuando no lo destrozan por “ración”). Eso sí, no es un regalo, ni mucho menos. Para volver un día de estos y pedir pieza, no raciones.   

LE COQ D´OR (Jonzac)

Nombre: Restaurant le Coq d´Or

Dirección: 18 Pl. du Chateau – 17500 Jonzac

Teléfono: +33 546480006

Web: http://lhub.free.fr/LeCoqdOr/LeCoqDor.html

Día: 17 de noviembre de 2013

Motivo: reunión de amiguetes.

Número de Personas: 2                   

Capacidad: unas 70 personas

Servicio: 4,00 Comida: 5,25 Nota media: 4,625

Precio Total: 128,20 € IVA INC Por Persona: 64,10 €

Comentario: Bueno… lo primero (sin ganas de ofender) es decir que los franceses que escriben en la página de viamichelin para dar su punto de vista son una panda de inútiles sin ningún paladar y/o sentido de la crítica con respecto a lo que pagan. Porqué, joder (perdón por la castiza expresión) hacerse 60 km para esto, gracias a una supuesta página de referencia es para pegarse un tiro….

El aparcamiento… en pleno centro de una ciudad pequeña, junto a un casco antiguo, es en el mejor de los casos complejo y/o caro por la zona azul (excepto si es domingo, como era este caso, que los franceses no salen de casa). Eso sí, el escenario es muy bonito, de verdad.

Local… entras en un bistró del país, con una zona posterior empleada como restaurante de alta alcurnia. El retrete (o servicio) no lo encontré, supongamos que limpio (el local en general estaba en condiciones higiénicas aceptables para la media europea). El comedor, desaprovechado, podría dar mucho más de sí, teniendo en cuenta el potencial arquitectónico. Sobran mesas (pequeñas, por cierto) falta privacidad, la chimenea está apagada (y hoy que hacía pelete hubiese sido un puntazo), muebles de IKEA, y luz a medio camino entre romántica y no puedo pagar la factura. Creo que el espacio vital del comensal es básico para el triunfo de un sitio, y siendo dos, nos faltaba, mesa para el servicio que nos daban… empezamos mal.

El servicio… malo, pero malo, malo, malo! Joder! Con lo que me van a cobrar podrían esmerarse un poco, no?. Menos mal que eran amables por lo menos. No tenían control sobre el tempo de servicio (no habíamos terminado el aperitivo y ya teníamos el primer plato en la mesa), te sirven mal el vino en vasos que no son dignos ni de calimocho (o kalimotxo para los vascos y vascas), no presentan nada, ni preguntan si todo va bien… eso sí, cuando vas al cognac te dice que lo que pides es caro (un detalle para los pobres que han escatimado antes en el menú).

El condumio, optamos por un menú de 30 € cada uno (formula muy extendida en Francia), un primero, un segundo y postre…

Primeros: carpaccio de buey y mil hojas de queso fresco de cabra. Lo primero es un plato descongelado, al que le han puesto ensalada al lado un 6º de limón y ensalada de rúcula y escarola. El segundo es un pastucio de queso fresco de cabra en capas con pepino haciendo el trabajo de las mil hojas, bañados en pesto… Fresquete y en verano resultón (aunque vasto) pero en invierno me esperaba otra cosa más trabajada, ya que el pesto enmascara el esto de sabores.

Segundos: costillas de cordero lechal y magret… lo primero, eran costillas altas, mucha carne, muy hechas para mi gusto, lo segundo era un magret sacado de un pobre animal que no llegaba al mínimo de edad para matanza, pero con una salsilla de melocotón resultona. En los dos casos lo mejor era el acompañamiento, un “tartín” de patata. Creo que no necesito escribir más.

Postre: dos raciones de queso… como decía mi compañero de tribulaciones gastronómicas, se podían haber estirado y en vez de dos porciones de tres variedades distintas, podían haber puesto una de seis… sobre todo teniendo en cuenta el tamaño y el tipo de queso (sacado el carefour más cercano).

Vino: Château du Glana 2008, de la D.O Saint –Julien, un vino fino y elegante de medio cuerpo, fácil de beber, y que demuestra su personalidad al final (14º del país, no son para nada difíciles de encontrar en el paladar). Equilibrado y que da lo mejor de sí a la hora de estar abierto. Problema, lo sirven sin decantar (lo que hubiese hecho ganar al vino) y nos ponen vasos indignos del caldo, con lo que la buena sensación se diluye un poco (bastante).

Cognac: a ver uno de 30 años tiene que dar de sí, encima en la región, pero servido en un vasito (que no copa) que no le permite desarrollar su potencial es un crimen abyecto.

Conclusión: un sitio que podía ser muy bueno, lo han convertido en un sitio de menús de medio día. Lo cual es una opción, pero entonces no cobres no que no vale, y no lo anuncies como un estrellado Michelin (tranquilos, no tiene semejante insignia). Una decepción.            

LA YERBITA (Sobarzo)

LA YERBITA (Sobarzo)

Nombre: Taberna Restaurante La Yerbita

Dirección: Calle El Dueso 3 – 39627, Sobarzo

Teléfono: +34 942563600

Web:

Día: 13 de octubre de 2013

Motivo: reunión de amiguetes.

Número de Personas: 5

Capacidad: unas 60 personas

Servicio: 8,00 Comida: 8,50 Nota media: 8,25

Precio Total: 164,20 € IVA INC Por Persona: 32,84 €

Comentario: Domingo, domingo de esos que te levantas porque has quedado para el vermut en pleno delirio nocturno, y no vas a hacer el feo claro está! Y no se le ocurre a la gente cosa más divertida que ir de comida a un pueblecito de irreductibles cántabros en medio de la montaña.

Nos presentamos sin haber reservado (una osadía, que nos salió bien porque no llovía y pudimos comer fuera). He de decir que aparcar puede ser un pelín peliagudo si no se tiene suerte, y se aparca a la puerta como hizo uno de los presentes. Transportes comunales están descartados, no es el centro de Madrid, y no hay metro. Así que ojo con el coche, y ese maravilloso concepto de compartir....

El local es una antigua casona, reconvertida en restaurante, con eso creo que describo todo en cuanto a  estética. Muy limpio, cuidado, con botellas de vino por todas partes, algunas autenticas joyas. La mesa es digna de un restaurante de nivel (mantelería y demás). Los servicios están en el piso de arriba, lo cual es una chapuza potencial si estas comiendo abajo, y te has bajado un par de botellas de vino… ¿Pero quién no asume riesgos  de vez en cuando?

El servicio es un punto fuerte, atentos, serviciales, profesionales. Si señor! Que al chaval se le olvidase servirnos la segunda botella de vino que pedimos dos veces (una de ellas en la barra por cierto) es un detalle técnico sin importancia. Entre la cantidad de trabajo, y el despiste, la excusa está servida. Eso sí, al final compensó el error (casi se fustiga, pero conseguimos convencerle de que no era necesario).

Hay que decir del servicio, que son capaces de venderte a su madre, si fuese un plato de comida o una botella de vino… entre los nombres exóticos de los platos, como lo explican, como te ponen del revés con el maridaje con su carta de vinos, la parafernalia mientras sirven, o sea, todo, incita al consumismo sin el más mínimo pudor.

Decidimos por la táctica estándar de compartir un montón de guarradas y luego un plato por cabeza. Optamos por una croquetas caseras, un divirin, y unos huevos escalfados, para luego castigarnos con una tanda de atún y venado (ya tenía yo que dar la nota); los postres de rigor, el café y pá casa.

Croquetas caseras… caseras (y si no lo son, que me digan dónde compran el congelado), de jamón,  de hongos (ahora mismo no me acuerdo de que variedad) y de bacalao con espinacas. Alucinantes, una textura digna de las de la abuelita más dotada, un sabor muy fino y nítido. La única pega es que las raciones no están diseñadas para compartir por lo que como mucho un cacho de cada para comensal.

Los huevos escalfados… huevos escalfados y trufados, ¡una ambrosía! Los huevos los han escalfado en parte usando aceite trufado, lo que se nota, la cama es de patatas fritas en aceite trufado, más sabor todavía, y la montaña de jaspeado de trufa que le pone le camarero delante de ti, mientras te explica unas milongas sobre variedades de trufas y las épocas más indicadas para ellas, le da el toque final. Merece la pena subirse ahí sólo por este plato.

El queso, un divirin de Cantabria, hecho al horno con tres mermeladas, una de cebolla, una de tomate y una de pimiento. El queso en si estaba para untar, haciendo maridaje con las distintas mermeladas (aunque solo tenía mucha prestancia). A mí personalmente me gusto muchísimo la de pimiento, me parecía que tenía más personalidad, y era capaz de sobrevivir al queso.

Atún, un taco de atún, tratado como si fuese un chuletón a la hora de hacerlo, doradito por fuera, poco hecho por dentro, acompañado de cuatro verduritas, con una salsa muy líquida que se mezcla con wasabi (si se quiere claro, y si te gusta el picante). Una textura muy lograda, nada apelmazado, sabroso y muy jugoso… mantequilla en el paladar.

Lomo de venado… con una reducción al oporto y foie a la plancha. Unas verduras por decir que no todo era colesterol. Increíble, una carne fina pero potente de sabor, muy lograda la mezcla, con el foie en su punto justo de plancha. Para mí, después de los huevos lo mejor en la parte de salados.

Como punto de referencia, está el pan (que por cierto te cobran, pero justamente)… mucha variedad en la cesta, muy rico. Algo raro actualmente, donde todo el mundo tira de material congelado de mala muerte.

Postres… helado! Los demás sobran en el comentario… casero, de esos buenos que se hacen en la zona, con un cierto retrogusto a queso (prueba de que se ha usado materia prima natural). La tarta de queso, la tarta de la abuela, y no me acuerdo de que cosa rara de chocolate, palidecen frente al helado.

Vino: después de intentar vendernos unas diez botellas distintas (yo me perdí en la tercera prolija descripción) nos dejamos llevar por el camarero y la enóloga que teníamos en la mesa. Un Pago del Vicario “Penta”, una mezcla de Tempranillo, Cabernet Sauvignon, Syrah, Merlot, y Petit Vedot, de ahí su nombre. De la D.O de Castilla la Mancha. Plano en boca, con notas de frutos rojos (o eso decía el gachó) y chocolate, plano en lo demás, fácil de beber y mezclar con todo. Rico pero sin ninguna personalidad.

Como se olvidó de la segunda botella, nos regaló una estupenda para el postre, un vino dulce de Martín Verasategui, salido de Valladolid, untuoso, te llenaba la boca a cada trago (justo lo opuesto al anterior) con un dulce refinado que acompañaba bien a  los postres.

Conclusión: uno de los mejores sitios que he ido en mucho tiempo, sobre todo teniendo en cuenta el ratio calidad/precio. Una  cocina esmerada, un trato amable y atento, reposo a la hora de comer (no te hacen doblar mesa), un saber hacer de la comida un placer para su cliente… muy recomendable. Sobre todo si no eres el que lleva el coche.

RESTAURANTE MEDITERRANEO (Grao - Castellón)

Nombre: Bar – Restaurante Mediterráneo

Dirección: Paseo de Buenavista, 49 – 12100 Grao (Castellón)

Teléfono: +34 964284609

Web: www.restaurantemediterraneocs.es  

Día: 13 de julio de 2013

Motivo: reunión de amiguetes.

Número de Personas: 4

Capacidad: 40 personas (a ojímetro)

Servicio: 7,50 Comida: 7,00 Nota media: 7.25

Precio Total: 147,05 € IVA INC Por Persona: 36,76 €

Comentario: Tranquilos españoles, que yo ya he vuelto! Y este país de mal comer se va a acabar! Seis meses sin escribir en el blog y mira como esta España, llena de MacDonals… si es qué no se os puede dejar solos!

Bueno, después de incontables eones de mal tiempo, he disfrutado del sol, el calor (asfixiante) del Mediterráneo; pasamos de unos amables 20 grados y lluvia en Francia a unos saludables 33 a la sombra, si Señor, eso es estilo y glamour! Aunque si el dueño del restaurante se entera de que digo que hacía calor ese día (después de una, parece ser traumática, experiencia en Madrid) igual se mosquea conmigo…

Empecemos por el principio, aparcar se puede, ya sea buscándote la vida en los alrededores o bien en el parking que hay al lado, pero es conveniente un sitio con sombra, aviso. Un día llegará el famoso TRAM, entonces desde Castellón será una delicia ir (y sobre todo volver).

El local, estética setentera total, una mezcle ecléctica entre toque marineros, art déco, y sillas dignas de un museo arqueológico, tiene como particularidad estar impoluto (impoluto de verdad de la buena) y ser muy luminoso, lo que lo hace especialmente agradable. Las mesas están a una distancia que permite una cierta intimidad (si la gente no es muy bulliciosa), la mantelería, los platos, la cristalería dan sensación de calidad…

El personal. Mira tú, que nos llega un señor moreno de playa, calvo, con una sonrisa digna de un anuncio de dentífricos (me pregunto si mi amigo Carlos no lo patrocina), y una corbata vistosa (yo la definiría de otra manera, pero esto es un blog gastronómico no el Yo Donna). Amable, expansivo, nos cuenta su vivencia madrileña y nos engatusa para que hagamos gasto religiosamente. Resulta los que me han traido son sospechosos habituales, que este simpático señor junto con dos hermanos es el dueño, así se explican muchas cosas (menos el color de la corbata). Los camareros son más majos que las pesetas, no dan la vara, y están cuando tienen que estar, cosa difícil en estos tiempos.

El comer, empezamos con un aperitivo de la casa, una ancho sobre pan tostado y tomate (pan anb tumaca que dicen los catalanes)… una anchoa, UNA!!!!, y la verdad es que no especialmente fantástica, a la cual atravesaba una especie de, no sé, cochinada de dudoso color. La mezcla hay que reconocer que esta conseguida, y que para un entrante para acompañar el vinillo es resultón, pero lo he visto mejor.

Pasamos a una ración de pulpo gratinado sobre cama de patata y salsa holandesa, básicamente un trozo de patata cocida, pulpo por encima y una capota de all i oli. Muy rico, el conjunto de sabores está muy logrado, aunque para mi gusto el jo mata un poco a lo demás, y además en mi caso y el de otra persona, el pulpo era algo correoso (a causa del corte posiblemente).

Luego una ración de sepia (sepionet, pone en la carta) en su tinta con habitas… la presentación elegante y moderna (véase la foto), la textura era fantástica (estaba en su punto justo de cocción) y la mezcla era sabrosa.

Pasamos al plato fuerte, una fideua! Realmente muy rica, en su punto justo de cocción (los fideos pinaos y todo) Normalmente ponen fideos como espárragos “cojonudos” aquí le las apañan con los finos (no los de caldo, hombre) y tiene su mérito. Con sus gambas, cigalas y almejas. Todo perfecto. Sólo que yo personalmente, en un restaurante elegante tener que pegarme cubiertos en mano con el marisco me escama. La cantidad estaba la justa para los cuatro, no hacía falta más (ni menos). La concentración de sabor era la correcta (no parecía un “cubito de Maggi” según Carlos), muy rica, pero sigo prefiriendo una buena paella.

Los postres, triunfamos los dos borrachos al pedir un sorbete de limón con vodka, otro se contentó con melón y chocolate negro (después de terminarse toda la insulina de la zona) y la señorita optó por un hojaldre helado (con chocolate negro caliente). En mi obtusa memoria solo tengo el sorbete… magnífico, digestivo, fresco, sabroso, borracho, con una bolita de helado de no se qué (tenía dos componentes, seguro).

Para bajar eso, dos botellas de Gressamí, un blanco de Penedés, sin crianza, muy fresco, aromático, untuoso y con notas cítricas… recomendable, yo no lo había probado, me recuerda a ciertos vinos blancos de Alsacia (quizás por las uvas que se emplean como la Gewürztraminer). La carta era decente, por lo menos por el tamaño, pero dejamos a un riojano escoger (se le supone saber, como el valor en la mili).

Luego los cafés y licores, orujo para los señores, Limoncello para la señorita… te dejan la botella sobre la mesa, un detalle. Además, otra cosa, no te echan a patadas, no doblan el turno, cuando llegas la mesa es tuya, y te vas cuando quieres. Un toque de clase.

Conclusión: Un sitio para volver a pasarse, donde los reyes son el arroz y el pescado (eso se deduce de leer la carta y ver pasar uno a banda para otra mesa), con un trato fino y amable, y con unas sillas no aptas para señoritas con falta o señores con pantalón corto. Buen lugar para una comida tranquila, y poder salir satisfecho de la elección.     

CASA JUYO (Monte)

CASA JUYO (Monte)

Nombre: Bar – Restaurante Casa Juyo

Dirección: Bº Monte-Corbanera, 50 – 39.012 Santander

Teléfono: +34 942345531

Web:  

Día: 21 de diciembre de 2012

Motivo: reunión de amiguetes.

Número de Personas: 4

Capacidad: 40 personas

Servicio: 6,50 Comida: 8,00 Nota media: 7.25

Precio Total: 100,00 € IVA INC Por Persona: 25,00 €

Comentario: Esta crítica es una obra social, para ayudar a todo el mundo a comer buen pescado y buen marisco, para educar a los niños en el maravilloso mundo de la higiene, y de la comida saludable.

Casa Juyo esta donde Dios perdió la boina, en medio de las callejuelas y praderios de Monte, así que el coche es imprescindible, aparcar es un infierno, y el local es lo menos glamuroso desde que hay. Recomiendo usar antes el google para saber donde anda. Por cierto, el nombre viene de Julia y Yo...

El local se divide en tres, la terraza (que para cuando hace bueno las rabas del domingo son una maravilla), el comedor, y el bar en sí. Típico ambiente de bar de pueblo. Un sitio que cuando hace bueno hace que la terraza sea una delicia. El resto es para quemarlo...

El servicio es peculiar, el camarero (a la sazón dueño del tugurio) habla más que yo (y mira que es difícil), es un liante, un truhán, y asevera que ha pescado (aunque no hay constancia escrita) por lo menos un cachalote o similar y ha cogido percebes del tamaño de la virilidad de Ron Jeremy. Eso si es más majo que las pesetas, y no miente en cuanto a la calidad. Así que antes de reservar mesa os recomiendo negociar con él el menú y cerrar el precio (lo que implica ir y tomarse un algo, como las rabas o las “piruletas”).

En cuanto te sientas en la mesa, hay un ritual obligatorio, pasar la servilleta de papel por los cubiertos, el plato y el vaso. Decir que están sucios o con restos del anterior es mentir, pero su imagen no es todo lo pulcra que debería ser. Así que ya sabéis, niños hay que ser limpios con las cosas del comer… (obra social, ya lo dije).

Luego la cosa esta en disfrutar, el marisco es muy rico y muy fresco, pero el pescado es alucinante, simplemente está a otro nivel.

Para cuatro nos sirvieron, cuatro nécoras (cangrejo de medio tamaño), dos bueis de mar, un centollo, y dos lubinas…

El marisco estaba muy bien preparado, las nécoras eran casi todas hembras, uno de los bueis también, hechos con vinagre en vez de con vino blanco (realza el sabor), el centollo un poco vacio (no era la mejor época para su degustación) pero no nos vamos a quejar.

Y por último las lubinas, pescadas cuatro horas antes, más fresca imposible, hechas a la plancha… con diferencia lo mejor de la cena. Simplemente espectaculares. En su punto óptimo de cocción, sabrosas y sin aditivos. Comer pescado así es un lujo. Así que niños ya sabéis Mc Donals caca, pescado bueno…

El vino lo puso uno de los comensales, una botella de albariño y una de blanco de rioja. Opcionalmente teníamos blanco de barrica de toda la vida (ese que cuando te bebes dos vasos vas con una colodra digna de ser contada a los nietos).

Luego unos cafés (alguno con un cierto porcentaje alcohólico) y los gintonics…     

Conclusión: si eres un forofo del buen pescado, no te importa negociar la cena a la hora de los blancos y no eres lo más escrupuloso (por lo menos no había restos de los anteriores, un detalle), resulta un sitio muy interesante, donde van los viejos de la zona a hacer sus partidas de tute y mus.

EL TEJO (Solares)

EL TEJO (Solares)

Nombre: Mesón El Tejo

Dirección: Calle El Ferial – 39.710 Solares

Teléfono: +34 942520714

Web:  

Día: 20 de octubre de 2012

Motivo: reunión de amiguetes.

Número de Personas: 2

Capacidad: 50 persona

Servicio: 7,80 Comida: 8,20 Nota media: 8,00

Precio Total: 103,26 € IVA INC Por Persona: 51,63 €

Comentario: Cuando uno llega, y se pone en delante del edificio, piensa que está delante de un puticlub (perdón local de cabaret) de los años 50 en el mejor de los casos. Ahora bien cuando estás en la puerta, y ves las botellas enfrente tuyo la perspectiva cambia un poco, te das cuenta de que entras en un restaurante con un par.

En cuanto a llegar hay dos opciones, tren o coche… una vez hecha la prueba recomiendo encarecidamente el tren (los de tráfico están al acecho). Para aparcar está muy bien la verdad, eso no es problema.

El local se divide en dos alturas en la parte baja esta la barra, un par de mesas y un reservado, donde cierta normativa vigente en locales de restauración puede ser evadida si se tiene un poco de confianza con el propietario. En el piso de arriba un montón de mesas. El estilismo es típico de hace 40 años, mucha madera, colores un tanto oscuros (el piso de abajo es un poco claustrofóbico a mi entender) pero está muy, muy limpio, y la mantelería es de calidad.

El servicio es bueno, como mi compañero de tribulaciones conocía al dueño el trato fue un tanto más distendido y casero. Honradez (no venden nada que no tengan bueno), amabilidad y están razonablemente atentos a que haces en la mesa. Y listos, te sirven el vino lo primero. Yo lo definiría como campechano.

Empezamos con una de caricos y una de cocido montañés. Los caricos son una variedad de alubias rojas, que estaban de muerte, muy tiernas, mucho sabor, y sin que sirva de precedente para los turistas que asocian la comida de la región al compaño, sin este (es la receta, que hace que sean las alubias solas, porque no necesitan nada). La ración era digna de un macho adulto del norte (una fuente como Dios manda). El cocido era denso, con compaño para dar y tomar (personas con problemas cardiacos abstenerse), muy rico y sabroso (llenaba la boca y era persistente), pero no llega al nivel del plato antes referido. La cantidad, según el estándar del norte, para adultos… Si hubiésemos sido personas sensatas nos habríamos ido justo después de esta platada, como no, atacamos los segundos, pero como había que sacrificarse para el blog...

Los segundos fueron una de rabo de toro y una de manos de cerdo. No contentos con eso, probé la especialidad el gallo de corral (casi como postre). Yo le di candela a las manos, y puedo decir que hace años que no pruebo unas así de ricas, estaban muy logradas en cuanto a sabor (adicionalmente, la salsa era para pulirse una barra de pan) y en cuanto a la textura era fina y no especialmente pegajosa (cosa que puede pasar con las manos). El rabo estaba muy rico también, muy tierna la carne y con mucho sabor (además las patatas fritas eran caseras). El pollo de corral (especialidad de la casa) esta exquisito, muchísimo sabor, servido con la verdura del guiso, tierno y potente.

La comida puede ser definida más como casera y hecha con cariño que gastronómica, esto es las antípodas de Ferrán Adriá (vale que no es la misma filosofía). Es el típico ejemplo de buena comida de la región, platos sencillos basados en materia prima de primera clase.

Para el vino nos decantamos por un clásico de Rioja, el Viña Pomal, rva del 2007, que es un vino fácil de beber, no está muy estructurado, es algo astringente, no es especialmente ácido, y con sabor a fruta roja. Dos personas, dos botellas, o sea, bien.

Pasamos del postre… aunque ya nos propusieron cosas como la tarta de queso. Eso si el café fue acompañado de unos gintonic del país, que necesitábamos ayuda para la digestión.

Conclusión: si vas en tren, tienes hambre, no eres un rojo (o no hablas de política), te gusta comer “casero”, pásate por aquí. Son amables, campechanos y si no haces el animal como nosotros posiblemente te saga a un precio más comedido.

ABUELA MARÍA (Cueto)

Nombre: Asador – Restaurante Abuela María

Dirección: Calle Bellavista 28 – 39.012 Santander (Cueto)

Teléfono: +34 942393161

Web:  

Día: 7 de julio de 2012

Motivo: reunión de amiguetes.

Número de Personas: 6

Capacidad: 100

Servicio: 1,00 Comida: 4,50 Nota media: 2,75

Precio Total: 134,30 € IVA INC Por Persona: 22,38 €

Comentario: Deplorable, infame, vergonzoso, ignominioso. Esta es mi buena acción de mes, un aviso al público.

A ver, se supone que vamos a un asador de los de toda la vida, con su cierto renombre, de una calidad media decente. Y nos encontramos con esto, que justifica el uso de la hoguera en el s.XXI.

Para aparcar, mal. Pero eso ya se sabe, estás en la mitad de Cueto, todo callejuelas, y casitas unifamiliares. Ajo y agua. Y además, mucho autobús municipal no hay (y menos a las 10 de la noche).

El local se reparte en dos estancias, el comedor, que es lo primero que te encuentras, y la cocina/bar al fondo. La particularidad es que el suelo esta inclinado, y según ta toque la mesa (que tienen una disposición no muy uniforme) puede serte un poco incómodo.

La comida, de primero para compartir, pedimos un surtido “de la abuela” dícese, mezcla de embutidos, fritangas y delicatesen varios. Primero, insuficiente para 6, pese a la recomendación del camarero. Segundo la fritanga era de congelado y además rehecha. Lo de grasienta se le supone como el valor en la Legión.

De segundo unas sartenes de foie, gulas, y solomillo… y tres solomillos, dos “a la abuela” y uno a la brasa sin más.

Las sartenes, pues eso, huevos fritos, patatas fritas, y en su caso foie (recocido), gulas (de sobre) y solomillo (cocido parecía). Algo quedo en los platos, no hay más que decir.

Los solomillos “a la abuela” resultaron ser lo mejor, con su pan por debajo, su cacho solomillo bien puesto (demasiado hecho según mi estándar) y el foie encima. Según los dos afortunados la cosa no estuvo mal.

El solomillo a la brasa… yo había pedido uno como los anteriores, pero después de 10 minutos esperando, llegue a la conclusión de que no habían cogido el pedido y no quería esperar mucho más. Creo que se diferenciar entre un solomillo poco hecho y una chuleta mal cortada y demasiado hecha, ellos igual no. Me lo comí, cabreado como una mona… por no joderle la noche al que se tomó la molestia de reunirnos y reservar.

Postres, unos helados de Cami, o marca similar, un trabajo artesano y bien hecho!

Para beber, Peñascal y sangría… mi hígado todavía me odia.

Cafés, copa y chupitos. Sólo voy a decir que mi chupito de orujo con miel (porque seguro que si lo pido blanco estoy todavía en la UVI)  se quedo a medias. Si ese orujo ha visto la miel yo soy una monja de clausura.

Servicio: mal recomendado de platos (entrante) se deja un comensal sin servir, le sirven a uno lo que no es con cara de convencidos (sigo distinguiendo chuleta guarra de solomillo), tardan eones en cobrarnos avisándoles 3 veces (25 minutos, con el sitio a medio llenar) y además casi ni nos devuelven la cuenta (hasta 150 €, hace una buena propina)… la definición mejor es que son una panda de tuercebotas, abrazafarolas, meapilas, inútiles, estafadores y asesinos de solomillos del tres al cuarto.

Conclusión: si apreciáis vuestra salud, vuestra economía y dignidad no paséis por ese sitio, es infame en el mejor de los casos.No pongo ni foto!

LA PARRA (Aloños - Cantabria)

LA PARRA (Aloños - Cantabria)

Nombre: Restaurante La Parra

Dirección: Bº Ondevilla 16 – 39.649 Aloños

Teléfono: +34 942593475

Web:  

Día: 19 de agosto de 2012

Motivo: reunión de amiguetes.

Número de Personas: 7

Capacidad: 12

Servicio: 7,20 Comida: 7,70 Nota media: 7,45

Precio Total: 202,00 € IVA INC Por Persona: 28,85 €

Comentario: Bueno, unos americanos podrán decir que sobrevivieron a la larga marcha de Batan en la segunda guerra mundial, nosotros sobrevivimos a Aloños!

Después de una peregrinación de blanqueo por el interior de la provincia, llegamos a este pueblecito de “irreductibles galos” en medio de la montaña, donde esta sito este magnífico sitio, exponente de la comida “brutalista” del norte de España.

Aviso para navegantes, se recomienda reservar con un par de meses de antelación, y llegar con hambre. Que luego no digan que el bloguero no ha avisado.

Aparcar es una odisea que dejaría anonadado a Kubric… el coche se deja tirado, y cuando piten, ya lo moverás. Normalmente en la carretera, o si tienes suerte, en la parada del autobús.

Encontrar el restaurante no es evidente tampoco, eso de poner un cartel queda como que rompedor con la arquitectura del sitio, y en el mejor de los casos no estaría tapado por las sábanas de la casa de arriba, con sus camisitas y ropita variopinta.

Entras y ves el típico bar de pueblo, medio bar, medio tienda de ultramarinos, con sus mesas cuadradas ideales para el mus, y sus brebajes alcohólicos varios, en la parte de atrás esta el comedor amplio, pero íntimo, fresco en verano y cálido en invierno (las paredes gruesas, la ventanita y la chimenea deben ayudar) con una única mesa corrida, para como mucho 12 personas. Apretadas. Estética rústica y botellero a un costado. Por cierto, el botellero tiene alguna vieja gloria, creo que de tiempos de Felipe II (los de la ESO sabéis quién es no?).

El excusado es unisex, dícese, compartido para niños y niñas, muy limpio, aunque no recomendable en caso de ventosidades por su tamaño y ventilación (es interior, aprovecha un bajo de escalera).

En cuanto al servicio, hay que decir, que muy amables, atentos (y eso que nos dejaron en paz, yo casi no les vi)… pero la definición en si es caseros. Lo opuesto al Bullí del Adrià.

Menú: Asadurilla y lechazo. Ah, y postre. La carta es reducida, al reservar escoges entre, lechazo, cabrito y cochinillo. Quizás tengan algo más, pero creo que no. En función de ese plato principal va el entrante y el acompañamiento.  

La asadurilla era rica, jugosa (de hecho quedaba muy bien en el plato hondo), ideal para acompañarla con pan de pueblo de ese de toda la vida. Dietética, creo que sería la definición, si eres capaz de digerirla.

El lechazo, dícese un bicho cuadrúpedo de 7 kg, fue estofado y posteriormente acompañado de sus chuletillas a la brasa. Para acompañarlo, lechuguita. He de decir, que me sentía como los alemanes en Normandía, repeliendo andanadas de fuentes de lechazo, una tras otra, de forma incansable. Eso sí, en vez de dispararles con la ametralladora nos dedicamos a darle caña gastronómica. Tal fue la intensidad del “castigo”, que todavía nos llevamos un taper para casa.

El estofado era magnífico, hace años que no me pego un homenaje de este calibre con este plato, y que reconozcámoslo no es fácil de hacer. Había unas pocas patatas fritas en cada bandeja, caseras.

Las costillas, para mi gusto, un poco pasadas pero se podían comer bien, con las manos como mandan las tradiciones ancestrales.

En cuanto al postre, quesada casera que, por favor, si vais algún día, no dejéis de pedirla, y arroz con leche, también casero. Este último, para mi gusto, le faltaba algo de azúcar. La presentación de la quesada era imponente en su fuente de horno.

En lo referente a la bebida, 3 botellitas de Coto de Imaz, rva. 2001. Puedo decir eso de los 18 meses en barrica de roble americano, color cereza, sabor a fruta madura y taninos equilibrados, pero sólo voy a deciros eso de 10€/botella.

Con los cafés, el chupito, perdón, barreño de orujo blanco para hombres (y de hierbas para los muñecos). Necesario si se desea poder regresar a la civilización. Fresquete, muy aromático y afrutado, no quema al bajar ni al reaccionar químicamente con el hormigón armado que hay en las tripas.

Conclusión: si queréis una comida rica, en sitio selecto (la reserva es casi como en Arzac), con trato casero, platos contundentes y buen precio… este es el sitio. Eso si abstenerse blandos, gente con úlcera, y remilgados.