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Mi Capricho

LA PARRA (Aloños - Cantabria)

LA PARRA (Aloños - Cantabria)

Nombre: Restaurante La Parra

Dirección: Bº Ondevilla 16 – 39.649 Aloños

Teléfono: +34 942593475

Web:  

Día: 19 de agosto de 2012

Motivo: reunión de amiguetes.

Número de Personas: 7

Capacidad: 12

Servicio: 7,20 Comida: 7,70 Nota media: 7,45

Precio Total: 202,00 € IVA INC Por Persona: 28,85 €

Comentario: Bueno, unos americanos podrán decir que sobrevivieron a la larga marcha de Batan en la segunda guerra mundial, nosotros sobrevivimos a Aloños!

Después de una peregrinación de blanqueo por el interior de la provincia, llegamos a este pueblecito de “irreductibles galos” en medio de la montaña, donde esta sito este magnífico sitio, exponente de la comida “brutalista” del norte de España.

Aviso para navegantes, se recomienda reservar con un par de meses de antelación, y llegar con hambre. Que luego no digan que el bloguero no ha avisado.

Aparcar es una odisea que dejaría anonadado a Kubric… el coche se deja tirado, y cuando piten, ya lo moverás. Normalmente en la carretera, o si tienes suerte, en la parada del autobús.

Encontrar el restaurante no es evidente tampoco, eso de poner un cartel queda como que rompedor con la arquitectura del sitio, y en el mejor de los casos no estaría tapado por las sábanas de la casa de arriba, con sus camisitas y ropita variopinta.

Entras y ves el típico bar de pueblo, medio bar, medio tienda de ultramarinos, con sus mesas cuadradas ideales para el mus, y sus brebajes alcohólicos varios, en la parte de atrás esta el comedor amplio, pero íntimo, fresco en verano y cálido en invierno (las paredes gruesas, la ventanita y la chimenea deben ayudar) con una única mesa corrida, para como mucho 12 personas. Apretadas. Estética rústica y botellero a un costado. Por cierto, el botellero tiene alguna vieja gloria, creo que de tiempos de Felipe II (los de la ESO sabéis quién es no?).

El excusado es unisex, dícese, compartido para niños y niñas, muy limpio, aunque no recomendable en caso de ventosidades por su tamaño y ventilación (es interior, aprovecha un bajo de escalera).

En cuanto al servicio, hay que decir, que muy amables, atentos (y eso que nos dejaron en paz, yo casi no les vi)… pero la definición en si es caseros. Lo opuesto al Bullí del Adrià.

Menú: Asadurilla y lechazo. Ah, y postre. La carta es reducida, al reservar escoges entre, lechazo, cabrito y cochinillo. Quizás tengan algo más, pero creo que no. En función de ese plato principal va el entrante y el acompañamiento.  

La asadurilla era rica, jugosa (de hecho quedaba muy bien en el plato hondo), ideal para acompañarla con pan de pueblo de ese de toda la vida. Dietética, creo que sería la definición, si eres capaz de digerirla.

El lechazo, dícese un bicho cuadrúpedo de 7 kg, fue estofado y posteriormente acompañado de sus chuletillas a la brasa. Para acompañarlo, lechuguita. He de decir, que me sentía como los alemanes en Normandía, repeliendo andanadas de fuentes de lechazo, una tras otra, de forma incansable. Eso sí, en vez de dispararles con la ametralladora nos dedicamos a darle caña gastronómica. Tal fue la intensidad del “castigo”, que todavía nos llevamos un taper para casa.

El estofado era magnífico, hace años que no me pego un homenaje de este calibre con este plato, y que reconozcámoslo no es fácil de hacer. Había unas pocas patatas fritas en cada bandeja, caseras.

Las costillas, para mi gusto, un poco pasadas pero se podían comer bien, con las manos como mandan las tradiciones ancestrales.

En cuanto al postre, quesada casera que, por favor, si vais algún día, no dejéis de pedirla, y arroz con leche, también casero. Este último, para mi gusto, le faltaba algo de azúcar. La presentación de la quesada era imponente en su fuente de horno.

En lo referente a la bebida, 3 botellitas de Coto de Imaz, rva. 2001. Puedo decir eso de los 18 meses en barrica de roble americano, color cereza, sabor a fruta madura y taninos equilibrados, pero sólo voy a deciros eso de 10€/botella.

Con los cafés, el chupito, perdón, barreño de orujo blanco para hombres (y de hierbas para los muñecos). Necesario si se desea poder regresar a la civilización. Fresquete, muy aromático y afrutado, no quema al bajar ni al reaccionar químicamente con el hormigón armado que hay en las tripas.

Conclusión: si queréis una comida rica, en sitio selecto (la reserva es casi como en Arzac), con trato casero, platos contundentes y buen precio… este es el sitio. Eso si abstenerse blandos, gente con úlcera, y remilgados.     

1 comentario

Juan -

Ostras, Llaca, todavía estoy haciendo la digestión del mastuerzo lechazo. Este es un 'restaurante' para auténticos valientes.