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Mi Capricho

PUENTE VIEJO (Pielagos)

Nombre: Restaurante Puente Viejo

Dirección: Barrio del Monseñor nº 7  - 39.478 Pielagos (Cantabria)

Teléfono: +34 942 575 402

Web:

Día: 30 de octubre de 2009

Motivo: Comilona de amigos.

Número de Personas: 5

Capacidad: 60

Servicio: 7,15, Comida: 7,50, Nota media: 7,325

Precio Total: 137,82 € IVA INC Por Persona: 45,94 €

Comentario:

 

Segunda vez que el ilustre gastrónomo hace acto de presencia en este garito, esta vez, con la idea (malsana) de destrozarlo con una crítica ácida, pero justa.

Nos plantamos ahí, Nacho, Cani y yo… tres pesos pesados de la gastronomía y el buen comer. Lo primero es conseguir aparcar, que no es evidente, pero dejando los coches en una parcela aledaña apañamos la primera papeleta de la tarde. El sitio, a priori, debe ser bueno, por la cantidad de coches que hay en las inmediaciones, la gente que esta fuera esperando y el bar (y la terraza, que aunque minúscula, es terraza).

Nos decantamos por un rueda, un vermú de solera y un Martini rojo de los de toda la vida. Amablemente nos sirven unas aceitunas (detallito) mientras les indicamos que somos tres y que vamos para comer. Del bar hay que decir que esta limpio, que es el típico de pueblo (eso si, repintado y demás), los baños al fondo a la derecha (tradición) limpios y medio de diseño.

Pasamos al comedor, por cierto, hay que salir a la calle para ir de un sitio al otro… madera (una vigas en el techo que espantan a Dios), mesas razonablemente amplias (aunque un poco justas como tengas que lidiar con un par de chuletones), sillas cómodas, luminoso (excepto unas mesas al fondo, que parecen ganadas a un almacén).

El servicio, bueno, profesional, se nota que llevan años en el negocio, y que saben cuando hacer la pelota, cuando dejarte en paz. Con detalles como cambiar los platos para cada entrante (para no mezclar sabores), como que salga el cocinero (vale, era amiguete)… bien, vamos, que da gusto ver a gente que sabe donde esta y como hacer su trabajo.

Los primeros, en plan pica-pica, almejas en salsa marinera, asadurilla, y ensalada templada con setas y bacalao.

Según Nacho, especialista en el tema, la asadurilla muy rica. Estaba tierna, jugosa, y caliente. Servida en platito de barro (si, platito), una cantidad moderada, pero correcta.

Las almejas estaban calientes, muy calientes, el primer “barco” fue peligroso para el paladar. Muy ricas, en un justo punto de sal, que ayuda a remarcar el sabor del “bicho” en cuestión; servidas también en platito de barro. Las almejas, tengo que decir que no eran el colmo de la espectacularidad, pero como he dicho muy ricas que es lo importante.

La ensalada… realmente era de pasta (espaguetis), con algo de verde (lechuga laminada), algún cacho de seta (escondidos en el fondo) y laminas de bacalao. Estaba rica, el aceite era magnífico por cierto, templadita (que ayuda a dar ese toque) que no caliente, y la cantidad  bien para dos.

Plato contundente, para mi lechazo al horno, para los otros dos chuletón a la piedra.

Me sirvieron un muslo de lechazo, junto con ensalada. La ensalada verde con cebolla, y aliño al gusto, te la ponen en un plato aparte, lo cual esta muy bien, por que te permite maniobrar mejor con el lechazo, y mezclas si te interesa. Estaba muy rico de sabor, quizás, algo seco en un par de puntos, pero tierno y fácil de deshuesar. La cantidad era la buena, no sales rodando, pero si satisfecho.

El chuletón, de medio palmo de ancho (tres cuartos de kilo de carne ya habría sin contar con el hueso), tenía una pinta increíble, jugoso, dorado por fuera, y crudo por dentro, cortado) en lonchas del grosor de un pulgar (perfectamente separadas las piezas. Lo bueno para hacerse a la piedra. Acompañado de patatas y pimientos al horno. Yo sólo digo que solo quedó el hueso (y gracias).

De postre, helado de sobao para dos y Nacho un valenciano… tampoco quedo nada ni en los platos, ni en la copa. Las bolas eran dignas, en plan Regma, pero densas, y con sabor a sobao de verdad. Del valenciano no puedo decir más que el interfecto se relamió (debería de estar bueno, por lo menos en teoría).

Para beber, agua (de Solares, para que Revilluca este contento) y Emilio Moro Crianza del 2006, un Ribera que acompaña bien, y que compite con el Arzuaga, aunque este tiene más cuerpo. Hay que reseñar que tienen una carta de vino más que competente, muchas D.O, variedad en las mismas y sin salirse del tiesto (lo más caro un Vega Sicilia - Valbuena nº 5, por unos 78 €/u)

Conclusión: buen sitio, muy recomendable, para negocios, una buena comida con amigos, eso si, no te tiene que doler soltar la panoja, por que no lo regalan. La relación calidad/precio, me parece buena por que pagas lo que te dan: servicio y calidad.

 

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