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Mi Capricho

EL VIANDAR DE VARGAS (Santander)

Nombre: Restaurante El Viandar de Vargas

Dirección: Calle Falange Española, s/n  - 39.008 Santander

Teléfono: +34 942 231 205

Web:

Día: 11 de julio de 2010

Motivo: Comilona antiestrés.

Número de Personas: 1

Capacidad: 30

Servicio: 6,25 Comida: 5,60 Nota media: 5,92

Precio Total: 85,92 € IVA INC. Por Persona: 42,95 €

Comentario:

Esto esta especialmente dedicado a D. Alberto Martínez, por su localización geográfica, por se un valiente que puso una enorme bandera de España que cubría la totalidad del balcón de su casa durante 5 días, en pleno centro de Barcelona…

 

El domingo, fiesta de guardar, para preparar el glorioso partido de la selección española, nos fuimos Juan y yo a comer a un sitio que le habían recomendado… Después siesta, y luego a catar vodka Beluga (en teoría el mejor del mundo) por la supuesta victoria de España, ese era el plan.

 

A partir de las 11 de la noche, ya lo sabemos todos, es historia… ¡Que grande Iniesta!

 

En pleno centro de Santander esta este restaurante que no deja de ser un refrito de uno que hubo antaño en el mismo sitio, y que permaneció cerrado años. La verdad es que la puesta a punto a primera vista parece buena. Como curiosidades están el nombre de la calle, Falange Española, que se note que somos una ciudad seria y sin complejos, y que aparcar es más complicado que salir de la crisis en este país.

 

El local es pequeño, con una entrada discreta, donde hay una pizarra con los platos más interesentes de la carta. Esta dividido en dos secciones una el bar (típico para vermú y tapas) y el restaurante en si. Los retretes y la cocina al fondo. Hay que mencionar que la estética no esta mal, que es limpio, luminoso, no especialmente amplio y si muy ruidoso. La separación entre bar y restaurante es una mampara de nada, con lo que el ruido te llega, además la separación entre las mesas no es el colmo.

 

El servicio, bueno, por lo menos le pone ganas, intenta venderte el producto, y hasta acepta sugerencias y agradece las correcciones (críticas constructivas)… Además el acento eslavo le da un plus.

 

Decidimos pedir unos entrantes y un plato… machote. Mira tú, que como la semana pasada, no hay, así que el plan se va al garete e improvisamos. Cuando le dijimos a la señorita que el machote estaba referenciado en la pizarra de la puerta nos dio una explicación razonable y se fue inmediatamente a arreglar el error.

 

Optamos por una ensalada griega, unas setas a la plancha, como entrantes. La ensalada tenía de griega lo que yo de otomano, demasiado pimiento (sobre todo verde), el queso no era “feta”, eso si la cantidad era buena y te la podías aliñar al gusto, cosa no muy común hoy en día. Las setas estaban bien, aunque me recordaron mucho a las típicas de Carefour, hechas a la plancha con bastante ajo… correctas, pero nada espectaculares.

 

A falta de machote optamos por cogote de merluza, a la plancha, que hay que decir que estaba bueno, jugoso, con su puntito de sal conseguido. La cantidad era buena, pero adolecía de un acompañamiento digno de la pieza, una pena por que hubiese hecho que el plato fuese mucho más interesante. Se debe decir en su favor, que el pescado estaba fresco (o lo parecía).

 

Los postres, una de tiramisú y una de tarta de chocolate, ambas caseras, el tiramisú fue un acierto según el comensal (Juan), la tarta de chocolate no tanto, aunque en teoría estaba borracha (muy según la camarera) pero yo solo recuerdo el sabor omnipresente de la Nocilla (si, ¡Nocilla!).

 

Para bajar la comida nos dimos el gustazo de una botella de Viñas del Vero (Gewürztraminer 2009), un Somontano de lo más digno que hay por ahí en las cartas de los restaurantes, sobre todo atendiendo a la relación calidad/precio. Tiene un bonito color amarillo verdoso con irisaciones doradas (ahí queda eso). Es aromático, floral, envolvente, persistente, sugestivo y rico en sensaciones. En boca es sedoso y aterciopelado. Como sólo tiene 13.5º no te agarras una castaña muy considerable, y frío esta  ideal.

 

Al final, café y chupito de parte de la casa… un vodka con caramelo y un limonchello casero. El vodka rico, engañabobos, entra muy suave. El limonchello con personalidad, y un toque ácido de verdad.

 

Conclusión: La comida esta bien, pero en ningún caso se sale, no es algo que recordaré toda mi vida, y menos es algo que justifique ese precio. No tardará mucho en cerrar si no cambia de táctica, una pena. Eso si, el servicio bueno, y la carta de vinos es simpática y personal (no tira de grandes clásicos), pero tampoco se justifica el sartenazo.

1 comentario

Juan -

Suscribo lo dicho por nuestro afamado gastrónomo. El sitio no está mal, pero lo mata el precio. Eso sí, interesante toque eslavo en el servicio!